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COMPRA DE VOTOS DEL PAN Y LA DEMOCRACIA REAL

Por Julio Zenón Flores Salgado

La denunciada compra de votos panistas por parte del precandidato albiazul a la presidencia de la República, Ernesto Cordero, por parte de su colega Josefina Vázquez Mota no hace sino confirmarnos que esa no es una conducta privativa de los priistas o de los perredistas, sino que es parte inherente de nuestra "democracia real", que dista mucho de la democracia ideal, la que se atribuye a los griegos con el apotegma o locución adverbial
Vox Populi Vox Dei.
Esa es la triste y descarnada realidad, descrita por Giovanni Sartori, quien de una forma esquemática divide claramente las definiciones de la democracia, entre idealista y real y concluye que la visión idealista es sólo un sueño, un deber ser, que no sirve a la ciencia política, que trabaja con asuntos comprobables empíricamente, y por lo tanto debe abandonarse y abrazar la teoría realista de la democracia, para poder partir de bases certeras para cualquier análisis político.
Sartori explica, siguiendo a los términos kantianos-weberianos, que
esta "democracia real" carece de una base moral, por lo cual vive en una crisis de valores, y se convence al ciudadano de ser "racional", es decir, pensar siempre primero en los asuntos de su interés inmediato.Por eso algunos analistas mexicanos nos llaman amnésicos, porque sufrimos determinado régimen de un determinado partido, nos quejamos, lo echamos abajo y luego, como si olvidáramos los agravios, pedimos a gritos que regrese.
Y por eso también, los mexicanos podemos tolerar que personajes como el perredista
RenéBejarano, sea visto en cadena nacional recibiendo sobornos de un rico empresario que compra de esa manera contratos u otras prebendas, y que después de un tiempo, éste (René) siga mandando en una importante corriente del partido que nos ha jurado y perjurado que lucha contra la corrupción y los malos manejos y en el colmo del cinismo, busque un nuevo puesto de representación popular para sí o para su esposa.Nos damos cuenta que finalmente las ayudas a los viejitos, o
los útiles escolares o las becas que se regalan por los sucesivos gobierno del DF, no son sino sobornos, igual que los recursos del programa Oportunidades, que usan los gobiernos federales del PAN o los gobiernos estatales del PRI. Todos son bien recibidos por ciudadanos que retribuyen a sus sobornantes con el voto el día de cada elección."La esencia de toda política competitiva es, aproximadamente, el soborno del electorado por parte de los políticos", escribe Robert Dahl (La poliarquía.. pp.399), al analizar el papel del ciudadano en los procesos electorales en diferentes condiciones de gobierno.Para Schumpeter, por su parte, la democracia es elitista, los individuos van tras sus intereses, por lo cual la democracia es un mercado económico, donde
las élites ofrecen cosas a cambio de votos y requiere para su funcionamiento y reproducción, de un bajo nivel de participación y formación política del ciudadano.Por eso, pese a la existencia formal de reglas para trasparentar la lucha por el poder, en México
  a nadie debe sorprender este mercadeo de voto, salvo a los hipócritas que sólo lo ven mal cuando lo hace el de enfrente, pero consideran legítimo hacerlo para que gane su propio partido.
Esa situación forma por supuesto, políticos cínicos, carentes de valores, que piensan que si ellos pagaron o sobornaron para obtener el voto, pues se sienten en libertad de beneficiarse del poder conseguido, aunque también saben que tienen que medirse para no caer en excesos que la misma gente que recibió le vendió su voto termine por ver mal y lo eche del poder.
Pensadores como Downs, señalan como axioma que el
rédito del político nunca excederá del rédito social, o sea que el político siempre actuará en función de sus intereses, pero sabe que tiene que resolver algunas demandas de la gente para garantizar su propia permanencia en el sistema.Robert Dahl, introduce en este tema el concepto de la poliarquía, en donde la clase política para garantizar su sobrevivencia se da reglas más a o menos claras para disputarse el poder y existen más de dos fuerzas políticas con posibilidades reales de disputarlo exitosamente; Dahl asimismo estudia el papel de la oposición en los sistemas democráticos y la forma en que éste los va incorporando, en la medida en que "maduran", al propio poder.
Por eso cada vez los panistas se parecen más a los perredistas y los perredistas a los priistas y por eso se pasan sin sonrojarse de un partido a otro, para seguir viviendo del presupuesto.
El gran cuestionamiento es ¿estamos condenados a que esto sea así por los siglos de los siglos? Los conservadores dirán que sí, porque eso garantiza estabilidad social, aunque los pobres sean cada vez más pobres y los ricos más ricos, otros dirán que
la única manera de romper este orden es una revolución, es decir, buscar sustituir a toda la clase política actual (priistas-perredistas-panistas) por una nueva a partir de pensar en una forma de representación ciudadana novedosa.

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