Ricardo Alemán
Fuente: El Universal
Sin más respaldo que el de su voluntarismo —y en una asamblea al más
puro estilo fascista—, el mesías Andrés Manuel López Obrador ordenó la
creación de su propio partido, que se llamará oficialmente, Partido
Morena.
Se tratará, según los especialistas, de un “partido movimiento”. Es
decir, de un movimiento social basado en el más rancio caudillaje
—propio del PRI autoritario, vertical y nada democrático, de los años 50
del siglo pasado—, que en tiempos electorales se desdoblará como
partido político y, claro, vivirá del dinero público.
Y si queremos encontrar un ejemplo de lo que será el Partido Morena,
podemos imaginar una mezcla entre el movimiento social conocido por
todos como Antorcha Campesina —fuerza social de choque, de profunda
estructura caudillista, y que vive del chantaje político y del dinero
público—, con partidos como el del Trabajo y/o Movimiento Ciudadano.
En otras palabras, que el Partido Morena será un grupo social
especializado en la protesta, el bloqueo, el plantón —sobre las causas
que guste y mande su dueño y mesías—, y que una vez que alcance su
registro como partido político presentará sus propios candidatos a
puestos de elección popular, en las temporadas electorales.
Es decir que, de nueva cuenta, el dinero público de los contribuyentes
será utilizado para mantener a otro puñado de vividores del poder
público —a los integrantes del Partido Morena—, que se sumará a las
empresas familiares como el PVEM, PT, Panal y MC, cuyos dueños se
enriquecen gracias a las jugosas prerrogativas que reciben. Lo curioso
es que al tiempo que AMLO combatirá al Estado, vivirá del dinero público
del Estado al que combate. La ideología del Partido Morena es otra de
las grandes dudas. Hoy es tan etérea —y esa es parte de la confusión en
el que se moverá la nueva organización política—, que nadie sabe si se
trata de un “movimiento-partido” de izquierda, de centro o de derecha.
Eso sí, en Morena habrá lugar para todas las causas, para todos los
desertores de todas las otras formaciones y —como ya lo hemos señalado
en este espacio—, se podrá convertir en un grosero receptáculo de
cascajo político.
Y es que si recordamos la forma en que Andrés Manuel López Obrador
integra sus equipos de trabajo —en donde lo mismo caben personalidades
como Manuel Bartlett que René Bejarano—, podemos suponer que a un
costado de los inmuebles del Partido Morena, bien pudiera aparecer un
letrero con la consigna: “se recibe cascajo”. ¿Por qué? Porque una de
las divisas de los equipos de trabajo de AMLO es ese, el premio a la
traición.
Pero lo verdaderamente curioso de la creación del Partido Morena es que
—contra lo que señalan algunos genios de la llamada izquierda—, en
realidad su nacimiento va en dirección contraria al espíritu fundacional
del PRD, emblema de las formaciones políticas y partidistas de la
llamada izquierda, y que nació como concierto unificador. Vale recordar
que el PRD fue presidido por el propio Andrés Manuel López Obrador y que
el partido al que hoy renuncia le dio la plataforma para ser dos veces
candidato presidencial.
Otros simpatizantes de AMLO han tratado de emparentar la creación del
Partido Morena con la fundación del PRD, en mayo de 1989. Sin embargo,
lo cierto es que la fundación del PRD y del Partido Morena son fenómenos
no sólo antagónicos, sino que van en dirección opuesta. ¿Por qué?
Porque una de las virtudes de la creación del PRD fue, precisamente, la
unificación de las distintas fuerzas de la izquierda mexicana. Y esa
unificación era su fuerza.
En sentido contrario, la fundación del Partido Morena, se produce no
para fortalecer a las izquierdas y menos al partido madre, el PRD. No,
en realidad el dueño de Morena, Andrés Manuel López Obrador, se propone
la atomización del sector social que no se identifica ni con el PRD, ni
con el PAN, y menos con el PRI. Es decir, está en formación una nueva
empresa familiar. López Obrador dijo que su separación del PRD y su
distancia del PT y MC, “no es una ruptura”. Sin embargo, en la práctica,
AMLO camina en dirección contraria al espíritu unitario que animó a
Cuauhtémoc Cárdenas y a los fundadores del PRD, luego de las elecciones
presidenciales de 1988.
Sin embargo, la salida de Andrés Manuel López Obrador del PRD era un
secreto a voces. Basta recordar que a lo largo del último sexenio fueron
evidentes las peleas entre el dirigente Jesús Ortega y el dos veces
candidato presidencial. Hoy se inicia una nueva etapa del PRD, que no
tendrá las ataduras de un líder que nada tiene de izquierda y mucho de
mesiánico. Hoy el PRD es libre y, de manera inevitable, iniciará la
guerra contra AMLO. Al tiempo.
0 Comentarios
¿Qué te pareció esta información? ¿Qué nos falta?