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Democracia en concordia. Por: Esteban Valdeolivar

 
Toda política gubernamental se debe construir y ejecutar para alcanzar los objetivos propuestos, determinando qué valores deben orientar la acción; el estudio real y verdadero de la realidad concreta sobre la cual se deben de trabajar; seleccionar los propósitos o fines que se tratan de alcanzar para modificar, reformar o encauzar esa realidad concreta y la selección de los mejores medios éticos y prácticos que sean eficaces para el logro de los fines que se persiguen.
 
Entre las acciones que se anuncian para lograr el desarrollo democrático pleno, no solamente electoral, sino también como un sistema de vida individual y colectiva fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, están la reformas electoral, laboral, y hacendaría, entre otras iniciativas de ley pendientes para procurar el fortalecimiento del federalismo, la participación social, el respeto a las organizaciones civiles, la reforma del gobierno, el pleno desarrollo del sistema  de partidos políticos, de control y límites a procesos preelectorales y electorales.
 
De cumplirse lo prometido en los procesos electorales, podremos tener una presidencia democrática y un régimen republicano fortalecido, sin olvidar, exigir a todos la necesaria e indispensable moral pública y la ética en el comportamiento político. Gobernar para toda la sociedad, sin exclusiones, requiere honestidad, voluntad de servicio, capacidad y conocimientos. La ausencia de una de estas cualidades pervierte al poder público y crea el autoritarismo y desata el populismo o genera la ineficiencia. Para la democracia el supuesto de todo perfeccionamiento político es la distensión; pero la sociedad existe por el consenso, es decir por la concordia y la tolerancia.
 
La actitud y la conducta democrática no se producen por el hecho de tener una legislación. Se requiere la diaria demostración cotidiana y la enseñanzacon nuestro ejemplo. La democracia vive en plenitud cuando en nosotros engendra una autentica moral de comportamiento personal y colectivo. Por eso considero que no basta reformar las instituciones jurídicas, sino reformarnos a nosotros mismos.
 
Los ideales democráticos y humanistas se alcanzan en la libertad, en el estado de derecho, en el régimen de la opinión pública. Se alcanza cuando cada persona, cada ciudadano, demuestra su conducta democrática, su actitud democrática, su moral democrática, su pensamiento y acción democráticos. Es consustancial a la democracia la educación democrática despojada de fanatismos. Pero, como siempre, usted amable lector que hace el favor de leerme tiene la mejor opinión.
 

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