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Aguirre y Walton, la diferencia -Simon dice- 

Los caminos de los gobernantes de Guerrero, Ángel Aguirre y de Acapulco, Luis Walton, van con rumbos y orografía diferentes entre sí, uno va como en autopista recién pavimentada el otro dando tumbos en terracería.

La explicación es bien sencilla: Aguirre está acompañado, Walton está solo. Ángel Aguirre desde el principio de su carrera en las filas de la izquierda se acercó a figuras de buena estrella, desde Marcelo Ebrard que lo impulsó y cobijó, hasta económicamente, hasta "Los Chuchos", en especial a Jesús Zambrano, el ahora líder nacional del PRD y en ese entonces coordinador de la campaña aguirrista a la gubernatura. Walton en cambio eligió una compañía, si bien muy buena en principio, muy inestable, la de López Obrador, así como la de un personaje en declive y de no muy recomendable carrera política: Dante Delgado: Ambos lo han dejado solo.

La presencia constante de Zambrano en Guerrero, lo hace aparecer como el superasesor político que no ha conseguido el gobernador en la entidad, donde varios de sus subalternos en lugar de ayudarle le provocan problemas, pero le son funcionales, pese a operar a la vieja usanza priista. Zambrano en Guerrero merece en realidad un artículo aparte, porque por su origen guerrillero y sus vínculos irrompibles con la parte más radical de la izquierda no formal en Guerrero (como en otros estados donde la guerrilla floreció en los 70) lo hacen muy valioso a la hora de tomar decisiones frente a situaciones tan complicadas como el surgimiento de la autodefensa y las policías comunitarias.

Con Zambrano a su lado Aguirre puede tranquilamente continuar su vida bohemia y dar rienda suelta a su carácter de cacique (no en el sentido denostativo del término, sino del que consigue autoridad en su pueblo) bonachón y desenvolverse como pez en el agua entre los titulares del gobierno federal donde consigue casi toda la ayuda que se propone. Así, Aguirre se dedica a lo que mejor sabe hacer, relaciones públicas y a bajar recursos para su estado, en tanto la política se la deja a Zambrano y sus depositarios en Guerrero, que le han rendido hasta ahora buenas cuentas (Bernardo Ortega en el Congreso, Evodio Velásquez en el PRD, Pacheco Bedolla en el TEE).

Walton no tiene ese cobijamiento y eso le ha impedido empezar a gobernar en Acapulco a tal grado que el sueño, que muchos le han recordado recientemente, se le ha convertido en pesadilla. El traer a Rodolfo Monreal a Sedesol, con la intención de conseguir el respaldo político de Ricardo, el hábil de la familia, no le ha resultado; López Obrador, fuera del PRD y construyendo su propio partido, no le es de ninguna ayuda en este momento y Dante, ni se diga.

Walton hubiera tenido la salida de hacerse de un equipo político local con habilidades, o al menos funcional, pero no lo ha hecho, quizás por desconfianza, quizás porque su tiempo de militancia en la izquierda no le ha permitido conocer y tener acercamientos con las mentes brillantes de ese sector, quizá porque (y se dice frecuentemente que así es) personajes grises, que lo deslumbraron en algún momento por un destello, como el burro que tocó la flauta, lo han colocado en una burbuja de cristal, donde no permiten a nadie que se acerque, con el fin no de ayudarle, sino de mantener su mediocre poder.

Así las cosas Walton ha tenido que enfrentar sólo y con impotencia los grandes problemas de una ciudad con escasez de recursos, anárquica, con diversos poderes fácticos desarrollados y muy sensible a la publicidad negativa por ser de carácter turístico, rodeado apenas de un gabinete mediano de gente, que en su mayoría, no se ha metido a su área de confianza y ni siquiera se sienten seguros en su empleo.

Por eso el problema del ultraje a las españolas en Barra Vieja se le volvió una bomba, porque no tuvo la asesoría ni el equipo adecuado para hacer frente a una crisis de esa naturaleza y en lugar de echarle agua le echó gasolina al fuego.

Hay en su entorno personajes valiosos, pero unos están aislados, como Carlos Álvarez, otros, honestos como son, aún deben aprender y mientras aprenden poco le ayudarán, a menos que ellos mismos se asesoren, como Antonio Sáyago y Magdalena Camacho (esta última tiene a su lado a un joven muy capaz que está aprendiendo rápido lo que es el gobierno: Delfino Hernández), pero lo peor es que no confía en nadie más para las áreas ahora descubiertas, que son críticas como Seguridad y Catastro, donde urge que nombre a alguien y que le de toda la confianza para que hagan su trabajo.
Gran diferencia se aprecia también en las actitudes para afrontar el asunto turistico, gravemente influido por la inseguridad cuyo rostro mas grotesco es la violacion de las turistas europeas en el puerto, pues mientras Aguirre no se anduvo por las ramas y a su inicio arrancô con una empresa especializada que respaldó a Graciela Baez, Walton por su parte rechazó el respaldo que le ofreció Kenyon International, una de las mejores empresas del mundo en manejo de cuestiones de imagen y seguridad en situaciones de crisis.

La crisis de los autodefensas y comunitarios en Guerrero, le mostraron al gobernador sus debilidades locales, pero le permitió presumir el acompañamiento de lujo de Zambrano; la crisis de las españolas en Acapulco, le mostró al alcalde sus debilidades y la soledad en que se encuentra. Esa es la diferencia.

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