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Reincidente: Smutny



Juan López
   La política, cuando escasea el seso, suele confundirse con un oficio menor de entelequia. Semejantes al chisme, al relajo, las opiniones vertidas en Facebook por Rubén F. Smutny no son protagonismos de índole dialéctico, sino un modo público de comunicarnos a los ciudadanos, que el último eslabón de la dinastía Figueroa, es un hombrecillo ocioso, cuya ocupación es la frivolidad y sus dotes son amnésicos e histriónicos, dignos del mejor ejemplar de dicha ralea: el payaso.
   A quien se le ocurre verter juicios sobre seguridad y justicia en el Estado de Guerrero, cuando su paternidad carga una lápida tan enorme como la atrocidad de Aguas Blancas, genocidio a mansalva, cruces de impunidad, purgatorio donde aún no se extingue la autoría de un Figueroa Alcocer.
   Es probable que la descomposición jurídica y social que hoy está floreciendo en Guerrero, tenga sus raíces en aquellos tiempos en que se solapaban todos los excesos políticos de gobernantes como los Figueroa -que Smutny elude-, presintiendo que serían contra su padre, las denuncias que ahora hace públicas en su red personal electrónica.
   Existe una figura moral, social y ética, cuya autoría se atribuye a Jean Marie Voltaire: El Tratado de la Tolerancia que, lógico es desconocido por el debutante. En él se explica cómo deben ser manejadas situaciones que de manera fortuita se presenten en los asuntos y fracturas del Estado con la población civil. No todo ha de ser en el manejo de estas interrelaciones humanas, frialdad legal ni apasionamiento político.   
   Que Ángel Aguirre no manda en municipios levantiscos y sociedades rurales altaneras, igual es altanería pero de cuello blanco. No sabe el pequeño Smutny que también se manda obedeciendo. Que la modestia es más honorable que la cerrazón y el orgullo. Proveniente el chiquillo de una estirpe del golpe bajo y el crimen como política y los panteones como corolario de sus desmanes, añora con nostalgia a sus socios matarifes.
   La situación actual de Guerrero: violencia delincuencial y civil. Pugna de intereses criminales y sociales. Engendro rijoso de una sociedad campestre que se subleva, no debe hacer perder al gobernante su serenidad y su entereza. Ángel Aguirre Rivero necesita que todos los ciudadanos que estamos comprometidos con Guerrero, seamos también afines y solidarios con su política de tolerancia, comprensión y humanismo, para que se destraben todos los conflictos y se llegue a soluciones definitivas, sin derramamientos estériles ni confrontaciones entre hermanos.
   Exigir dureza. No comprender amabilidades. Desechar la paciencia. Es un grito de incompetencia para resolver las rudas crisis del gobierno.
   PD: “A Smutny no hay que perdonarlo, porque sí sabe lo que hace”: Paráfrasis.

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