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La Chica Raleigh o Acapulco es más que playas y hoteles

Cuando se piensa en Guerrero, la mente viaja de inmediato a Acapulco, sus playas, sus hoteles, las mejores discotecas del mundo; cuna de grandes amores y aventuras paradisíacas.

Poco se menciona a la literatura que se forja, como no sea la del achilangado José Agustín y algunos poetas que han logrado trascender el anonimato.

Pero en estas doradas arenas y magníficas puestas de sol, se abre paso la novela La Chica Raleigh, que ha sido colocada en los puestos de revistas de la zona turística y lleva una venta record, al grado que ya las editoriales bien establecidas la han comenzado a observar con interés, y están en tratos con el autor para una nueva edición, de mayor tiraje e impacto nacional e internacional.

El secretario de Cultura de Guerrero, Arturo Martínez Núñez, ha dado todo su apoyo al escritor y ya planea con él una gira por el país y el extranjero, que iniciaría en Chicago, Illinois, donde radican miles de guerrerenses.

HE AQUI LA RESEÑA-PRESENTACIÓN



La Chica Raleigh
Género: Novela
134 pp
Editorial Libros del sol
Auspiciada por Conaculta, el gobierno del estado de Guerrero a través de la Secretaría de Cultura y por la Universidad Autónoma de Guerrero.
2014
Impresa en México

PRESENTACIÓN 
Una trama que gira en torno a la situación de los derechos humanos en Guerrero y a la lucha por fortalecer al ombudsman frente a los poderes públicos sirve de pretexto a Julio Zenón Flores para desgranar la historia del encuentro de un hombre maduro y culto con una niña arrastrada a la prostitución por tratantes de personas, una historia rica en la exposición de los usos y costumbres de los pueblos de la Montaña, en la evocación de su cosmogonía, de sus historias tradicionales, en la descripción de sus lugares. Llama la atención en este relato la formación ideológica y académica del protagonista, quien fue alumno de la Universidad Autónoma de Guerrero en los aciagos años de la guerra sucia, cuando el gobierno de México sin empacho alguno se apartó de la legalidad para contener a sangre y fuego, incluidas desapariciones y torturas, el descontento social que generaban la cerrazón política, las enormes desigualdades sociales, las graves injusticias y la patética simulación de quienes dirigían nuestro país en ese entonces. Porque, efectivamente, desde su creación y aun antes –en la corriente de pensamiento que luego le dio vida–, la UAG ha sido crisol del libre pensamiento y ha estado al servicio del pueblo de Guerrero y de sus mejores causas, según los previeron los visionarios que la fundaron, entre ellos precisamente don Juan Alarcón Hernández, el recién fallecido presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, organismo y tema que constituyen el elemento central, el hilo conductor, el argumento básico de esta novela, que además nos presenta, con mucha crudeza, un problema social que lacera a México y muy especialmente a la región de la Montaña de Guerrero, donde la palabra vulnerabilidad adquiere dimensiones de tragedia: el comercio de mujeres menores de edad, destinadas por triplicado (por ser niñas, por ser miserables y por ser indígenas) a convertirse en mercancía barata de explotadores criminales y sin escrúpulos. También hace crítica a las prácticas de los políticos de nuestros días y habla sin tapujos de movimientos guerrilleros de antaño, reacción extrema ante el oprobio, la represión, el abandono, que hallaron en la comunidad universitaria tierra fértil para prosperar.
Una lectura, sin duda, amena, sobrecogedora a ratos, autobiográfica en parte, y muy enriquecedora. En esta novela hay dos relatos en uno. En realidad hay que desdoblarse para comprender el punto de vista masculino de los derechos humanos pensados desde una perspectiva que no incluye a quienes viven fuera de las zonas urbanas, al menos no su forma de ver la vida, su forma real de vivirla, su percepción de siglos y, luego, desde el ángulo femenino y su concepción de la venta carnal como una forma de sobrevivencia donde no hay opciones, donde la tierra no da, la cultura no da, y sólo la magia del amor imaginario, proveniente de un ser sobrenatural que por siempre ha habitado los recovecos de los ríos en la zona rural de La Montaña y de la Costa Chica de Guerrero, o que bien se pude hallar en los laberintos de la Europa meridional o en la Irlanda del Norte, esa magia que da vida a un sentimiento que salva, que ayuda a creer que lo bueno se puede abrir paso entre la suciedad, el abandono, el dolor, la violencia. En esta novela no espere uno la ortodoxia de un novelista refinado, sino el relato que salta en el tiempo, que nos hace vivir cada capítulo y al final nos deja el sabor de un recorrido atemporal por un mundo a la vez conocido y desconocido de Guerrero. Me da gusto que su autor, Julio Zenón Flores Salgado, sea un egresado de la UAGro, un universitario guerrerense, y que en esta primera novela sea su casa de estudios la que lo cobije. 
Javier Saldaña Almazán Rector de la Universidad Autónoma de Guerr

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