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Reformar la Ley, pero también reformar la realidad





20TRASFONDO


JULIO ZENON FLORES

Contar con un marco legal amplio e incluyente, que de confianza para los ciudadanos comunes, así como para los inversionistas y que regule las relaciones entre gobernados y gobierno, siempre será importante y en ese contexto entras las reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto y acordadas, al menos, con los dos partidos políticos más importantes del país.
En esas reformas sin duda está contenida la idea de país que se tiene y que se quiere tener, por parte de los tres partidos que acaparan la vida política mexicana: el PRI, el PRD y el PAN. En especial llaman la atención las reformas política y energética, que, de aplicarse, le cambiarán completamente la cara a la nación, aunque no es menos importante la relativa a las telecomunicaciones, que, al menos en la intención, mete al país a la revolución digital mundial.
Todo se hizo en el nombre del pueblo. Panistas, priistas y perredistas dijeron siempre que sus debates se daban en torno a la mejor forma en que esas leyes beneficiarán al pueblo.
Ya se hizo pues, la reforma legal. Nada hay que pare el desarrollo y que el puebla pueda vivir mejor.
Peeeroooo.
Las reformas no reformaron, aún, la realidad. En México existe muy poco respeto por las leyes. Pese a que hemos tenido, desde su origen, una de las mejores constituciones del mundo, en el terreno democrática, inspirada en la democracia francesa, los mexicanos hemos seguido sujetos a prácticas y costumbres arcaicas, bajo el dominio de caciques y de una clase política cada vez más ambiciosa y alejada de la realidad.
Falta reformar la realidad, pues. Para que esas leyes realmente beneficien a la gente, se sientan en el bolsillo de los mexicanos, por ejemplo, en luz y gas más baratos, en la disminución de las trampas y fraudes electorales, en mayores caminos al ciudadano común par acceder al gobierno y hacer efectivo ese artículo que dice que el pueblo puede darse en todo tiempo la forma de gobierno que desee.
Ese es el paso que falta. ¿No cree usted?

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