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Toda acción genera una reacción

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> * Por: Esteban Valdeolivar S.
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> Decía Albert Einstein que “nada destruye más el respeto por un gobierno y por las leyes, que la aprobación de leyes que no se pueden poner en ejecución”. Y eso es lo que está sucediendo: simplemente las leyes no se aplican.
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> El lunes pasado, en Monterrey, el secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos, en un acto donde se estaba colocando la primera piedra de un nuevo cuartel para la Policía Militar, dijo que los militares ‘‘aportaremos nuestros mejores esfuerzos al servicio de los ciudadanos sin amedrentarnos por juicios injustos, algunos sin duda erróneos, carentes de fundamento, malintencionados y que la institución armada nacional no merece’’.
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> En una intervención que buscaba, sin duda, interlocutores políticos, pidió tomar “decisiones acertadas para ponderar desafíos y para consolidar el rumbo” e insistió en que ‘‘la indolencia, la insensibilidad, el silencio, la violencia desmedida y la complicidad, obstruyen y limitan la verdadera esencia de la justicia’’. Agregó que ‘‘el rumor, la intriga y la deslealtad corroen cimientos, mancillan convicciones, frenan el potencial que tiene el país y debilitan las instituciones’’.
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> Un general secretario no suele hablar de temas políticos, pero en esta ocasión lo hizo porque por el tono del discurso pareciera que quería advertir a la sociedad que hay hechos que han traspasado los límites...estamos ante la percepción de que se corre el riesgo de la descomposición y la desestabilización del país, y un hombre ponderado como el general Cienfuegos ha hecho esa advertencia porque percibe como muy real ese peligro.
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> Los datos son duros: los hechos de violencia se repiten, comenzando por el incendio y destrucción de la Puerta Mariana del Palacio Nacional, los policías agredidos en Acapulco, los congresos y aeropuertos tomados, una estación del metrobús y una unidad del mismo incendiados, robos en tiendas, gasolineras, en casetas y todo ocurre con absoluta impunidad. Los 18 detenidos en Palacio Nacional estuvieron libres en horas igual que los que quemaron el metrobús.
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> En Acapulco permitieron ocupar el aeropuerto (la única vía de comunicación relativamente segura con el puerto porque la autopista del Sol está bloqueada un día sí y el otro también) porque los manifestantes los amenazaron con sus molotovs y armas caseras, lo que no impide que ocho policías fueran agredidos y cuatro de ellos estén con heridas graves. Eso provocó 20 mil cancelaciones de hotel en Acapulco y una ocupación hotelera del 39.8 0/0 o que incluso muchos operadores estén pensando en que el tianguis turístico de marzo mejor sea en otro lugar, que garantice seguridad. Y no hay respuestas.
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> Los hechos de hace mes y medio ya han tenido consecuencias. El país se ve distinto a sí mismo y se ve diferente desde el extranjero. La democracia ha sido puesta a prueba. La clase política, cuestionada.
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> El uso de capuchas por parte de manifestantes violentos, junto con el terror que tiene la autoridad de que la acusen de “represora”, complica la tarea de detener a quienes salen a la calle para pintarrajear paredes, chocar con la policía y saquear negocios.
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> No andemos con rodeos: esos grupos, a diferencia de la mayoría de los manifestantes y, sobre todo a diferencia de la enorme mayoría de los ciudadanos de este país, quieren imponer una agenda política de cambio por medio de la violencia. Y están usando la tragedia de Iguala-Cocula como pretexto para llevarla adelante.
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> Como si nuestro país no hubiera tenido suficiente violencia en su historia, como si no estuviera viviendo uno de sus peores episodios de horror propiciado por delincuentes, ahora quieren agregarle ardor revolucionario.
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> El cambio que México quiere, el que le urge, es el de la legalidad. Que haya Estado de derecho para todos. Sin abusos...sin omisiones...pero también sin impunidad.
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> Como siempre, usted tiene la mejor opinión.

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