* Por Esteban Valdeolivar S.
Corría
el año 1960 cuando el presidente Mao Zedong anunció que se iba a dar
inicio una nueva revolución -la revolución cultural proletaria- cuya
finalidad sería la de acabar con los denominados "cuatro viejos": las
viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos
modos de pensar.
Para
muchos, aquel anuncio constituía una buena nueva que debía ser
proclamada de manera inmediata a los cuatros vientos. Sin embargo, la
realidad resultaba mucho más compleja y, sobre todo, siniestra. Lo que,
en apariencia, era un intento de profundizar en las metas
revolucionarias del Partido comunista chino, en realidad era una espesa
cortina de humo y sangre para ocultar una encarnizada lucha por el
poder.
Bajo
la conducción directa del Partido Comunista Chino y por las órdenes de
Mao Zedong, los integrantes de las Guardias Rojas, fanáticos e
ignorantes, comenzaron a golpear gente y a saquear hogares en toda la
nación.
En
muchas zonas, las “cinco clases negras” (terratenientes, granjeros
ricos, reaccionarios, malos elementos y derechistas) y sus parientes
fueron asesinados siguiendo una política de genocidio.
Un
caso típico es el de la masacre de Daxing, cerca de Beijing, donde
desde el 27 de agosto hasta el 1 de septiembre de 1966, murieron
trescientas veinticinco personas en cuarenta y ocho brigadas de trece
comunas populares.
La persona más vieja asesinada tenía ochenta años y la más joven, tan sólo treinta y ocho días. Veintidós familias fueron exterminadas por completo.
Golpear a una persona hasta matarla era una práctica común.
Relatos desgarradores como éstos sucedieron durante la Revolución Cultural en la China maoísta.
Superada
ésta etapa, ya en los inicios de los años 80's se perfila el desarrollo
integral con las " cuatro modernizaciones" hacia el año 2000.
Tuvieron
que pasar mas de veinte años para que, una vez logradas las reformas
estructurales y constitucionales, la República Popular
China,
lograra un crecimiento sostenido entre el 10-12 por ciento anual,
convirtiéndose en la actualidad en una potencia económica.
Experiencias
positivas de cambios estructurales siempre serán recomendables, pero
cuidado con "movimientos totalitarios" de cualquier tipo que puedan
llevar a un estado o país al caos y la anarquía; la historia no debe
repetirse.
Como siempre usted tiene la mejor opinión.
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