TRASFONDO
Julio Zenón Flores
Este miércoles 13 de abril, Guerrero vivió una jornada más
bajo asedio, de esas que algunos gobernantes miopes llaman “casos aislados”,
pero que sembraron, en la opinión pública, un dejo más de incertidumbre.
Chilapa fue cerrada por vecinos, porque son vecinos, ni duda
cabe, que exigían la presencia de la Marina Armada de México.
Desde la mañana los chilapeños, que viven una situación de
terror en la que hasta ayer habían desaparecido alrededor de 15 personas a las
que han relacionado con un grupo delincuencial, pero que como sea, aún cuando
fuera cierto, merecían en todo caso estar ante un ministerio público y ser
juzgados por un juez.
Cerrar el acceso a una ciudad tan importante como Chilapa,
cuya población es mayor a la de Chilpancingo y que presupuestalmente recibe por
ese mismo hecho mayores recursos, no es cosa sencilla y la petición de la
presencia de la Armada, es señal de que los ahí presentes no confían en nadie
más.
Las casetas de peaje
de La Venta, en Acapulco y Palo Blanco, en Chilpancingo, fueron por su parte
tomadas por normalistas y padres de familia.
En la capital del estado, Chilpancingo, normalistas
realizaron acciones de saqueo de vehículos de proveedores de productos
alimenticios, los cuales fueron repartidos a la población de pocos recursos.
En Acapulco, un grupo numeroso de familiares de reclusos del
penal de Las Cruces, cercaron el reclusorio, con un cerco humano, impidiendo
entrar y salir a esas instalaciones y posteriormente realizaron tres
manifestaciones más, una en Farallón, afuera de un importante centro de abasto
de una empresa trasnacional y dos más en la principal avenida turística, la
costera Miguel Alemán, primero en la glorieta de La Diana, el corazón de la
zona dorada y luego frente a las
oficinas conocidas como Costera 125, que alberga además del Instituto Nacional
Electoral (INE) las oficinas de la Gendarmería y la policía federal, ese cuerpo
de élite en el que la presidencia del país ha puesto su esperanza para hacer
retornar el orden y la paz.
En Acapulco la gente huía de los manifestantes, los
automovilistas buscaban poner sus autos a salvo, con el rumor de que estaban
quebrando vidrios, aunque en realidad, lo que único que quebraron fue la
valentía de los jóvenes oficiales enviados a su suerte a una ciudad sin ley.
Otro grupo, de unos 200 manifestantes, cercaron los pozos de
suministro de agua potable a la ciudad, en el poblado de Salsipuedes, aunque no
cortaron el abasto y la Marina estuvo siempre a la expectativa.
En la Tierra Caliente, la ex secretaria de educación de
Guerrero, mujer de todas las confianzas del ex gobernador Ángel Aguirre Rivero
y que ahora es candidata a diputada plurinominal, ubicada en el segundo lugar
de la lista, como un reconocimiento del PRD a la fuerza que aún representa en
su interior el ex gobernador, fue aparentemente “levantada” y mantenida
incomunicada durante varias horas, según denunció su hijo ante una instancia de
la policía federal.
Un día antes una candidata a alcaldesa del municipio de la
montaña alta de Guerrero, Acatepec, que tiene poco de creado, había sido
perseguida por gente armada a la salida de Chilapa y se rumoró fuertemente un
nuevo levantón del candidato perredista a la alcaldía de San Miguel Totolapan,
en Tierra Caliente.
La sola relatoría de estos hechos pinta un Guerrero en caos,
a todas luces por fuerzas disímbolas que coinciden en el tiempo aunque no,
aparentemente, en el mismo espacio, y sin embargo, no se ve una acción decidida
de las autoridades. Quizás estén esperando que ocurra algo como en Jalisco,
para darle el mismo trato y, los candidatos a gobernador, apenas, no hace
mucho, y solo a insistencia de Enfoque Informativo, han empezado a hablar del
tema.
¿Y así se esperan elecciones en paz?
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