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Los pactos para ganar votos


TRASFONDO

Julio Zenón Flores


La foto publicada este jueves por la mayoría de los medios impresos y en las redes sociales del vicepresidente de la mesa directiva de la Comisión Permanente del Congreso de la  Unión, Manuel Añorve Baños y el ex gobernador de Guerrero,  Ángel Aguirre Rivero, reunidos en un restaurante de la ciudad de México, tomada casualmente por el periodista Raymundo Rivapalacio, da cuenta de cómo las estructuras se están negociando para atraer o quitar votos entre candidatos y partidos.
Y es que como hemos dicho antes, se hacen dos campañas, la abierta y legal y la cerrada ilegal. En la abierta los candidatos se ven, se promueven, hacen actos públicos, recorren colonias y poblados, se dan baños de pueblo; acuden a los medios de comunicación, publican spots y van midiendo y hasta difundiendo sus avances en las preferencias del electorado.
De esa manera la población lleva más o menos el pulso de las campañas y va definiendo su voto. Pero esa campaña está dirigida a la parte volátil del voto, la que nadie tiene asegurada, porque en México y con mayor profundidad en Guerrero, se ha desarrollado lo que se llama voto corporativo, yo lo llamaría el voto negro, el mercantil, el que se compra y se vende y que se ha hecho tan famoso, como el que ha ofrecido, por ejemplo, la CTM, en las elecciones presidenciales y gracias a lo cual esos grupos negocian posiciones dentro del gobierno. Señaladamente en el PRI, los sectores, CNOP, FJR, CTM, CCI, entre otros, aducen en cada elección que aportan tal porcentaje de votos que les tocan tantos o tantos regidores o diputados o senadores.
Un poco empujados por nuevas legislaciones que han ido haciendo ilegal el voto corporativo y otro poco por la pérdida de identidad ideológica, esos grupos y personajes que han construido capital político propio, ahora no solo piden posiciones al interior de sus partidos, ahora además negocian con otros partidos y su voto se encarece conforme se acerca la fecha de la elección y según se aprieten los resultados en el escenario de la campaña abierta y legal.
Hoy el defenestrado ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, se sabe que pese a los golpes legales y políticos recibidos mantiene una importante estructura electoral construida desde el poder y con recursos públicos, la misma que le hizo irse del PRI al PRD y convertirse en gobernador por ese partido que curiosamente postula principios democráticos y es contrario al voto corporativo y le hizo intentar nombrar a su sucesor en la gubernatura de Guerrero y colocar a su hijo en la presidencia municipal de Acapulco, para seguir gobernando.
Era más o menos público que a través de un grupo que se autodenomina de Izquierda Progresista (IPG) construyó en Acapulco una poderosa estructura que repartió desde despensas y tinacos, hasta dinero y otros bienes que se descubrieron venían del DIF y estaban destinados a los más pobres y vulnerables del estado. Cuando lo obligaron a dejar la gubernatura su hijo tenía un comité en cada sección electoral, con infraestructura suficiente para llevar a votar temprano tantos electores como hicieran falta para ganar de calle la elección de alcalde y aportar votos para su candidato a gobernador. En ese caso el ahora candidato del PRD, Evodio Velázquez, habría sido arrollado y su precampaña hubiera sido sepultada.
Pero pasó lo que pasó en Iguala y todo se le vino abajo. Pero la estructura está ahí, se mueve con dinero, pero ahí está.
Esa estructura tiene la capacidad, si alguien puede pagarla y concertar con el personaje adecuado, en este caso el propio Aguirre Rivero, de hacer ganar a cualquier candidato, a menos claro está que la sociedad harta de imposiciones saliera a votar masivamente y derrotara el fraude, como ocurrió en el año 2000, cosa que dada la violencia y el desprestigio de la política en la entidad y en Acapulco, se mira muy poco probable.
Aguirre se siente traicionado por el PRD que lo dejó solo con sus culpas. Hace apenas una semana se lo restregó en la cara nuevamente. La candidata de ese partido, Beatriz Mojica, tendría que pagar la factura y la IPG no se suma a su campaña, en tanto en Acapulco le regateaban el apoyo a Velázquez Aguirre, aunque éste, bastante más ducho en política de alianzas, ya había logrado pactar con la parte local y eso le permitía cierta seguridad en su victoria, ganando arriba en carisma y ganando abajo con la estructura propia y de IPG.
La reunión Añorve-Aguirre, pudo haber alterado el equilibrio de fuerzas. Si Añorve acordó con Aguirre ayudarle a vengarse de los perredistas que lo dejaron solo, entonces esa fuerza, IPG, no votará por el PRD, por supuesto ni por el PAN con cuyo candidato, Zeferino Torreblanca tiene profundas desavenencias, entonces sólo queda saber si irán por Jacko Badillo del PVEM o Marco Terán Porcayo del PRI.
Junto a ello, y dada la dispersión del voto de la izquierda, se anticipa que si esa fuerza se va con el PRI, este partido ganaría también en Acapulco las diputaciones federales (súmele la fuerza del aguirrismo y del añorvismo en este puerto) y la mayoría de las diputaciones locales.
La foto fue elocuente, sin embargo, nada pasa hasta que pasa, es decir, esa fuerza puede estar aún en venta y cada vez más cara. Evodio tiene que pujar por ella si quiere mantener su ventaja, que se ha ido reduciendo por cierto, ante el empuje de Zeferino Torreblanca y ya hay mediciones que incluso los ponen al parejo, pero Terán (o Jacko) tienen en la mesa a un importante operador.
Así las cosas…

www.facebook.com/juliozflores


***Responsable del BLOG: Julio Zenón Flores. Periodista, escritor, marketer digital y maestrante en ciencia política. Premio estatal de periodismo y premio estatal de periodismo legislativo. www.facebook.com/juliozflores

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