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CRITICA A LA GUERRA QUE VIVE MEXICO (editorial)

Los afectados de la guerra al narco

Cuando en medio de cuestionamientos de provenir de un fraude descarado contra el PRD, el hoy presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, rindió protesta y en seguida se puso una casaca de militar y se fue a alinear con los del ejército y con las policías federales a quienes anunció de inmediato aumentos en sus percepciones y otros beneficios, los mexicanos creímos que era sólo para mitigar su temor a una revuelta, ya que medio país no había votado por él y medio Ejército tampoco. Creímos que sólo buscaba legitimarse, nunca que sería capaz de conducir al país a un baño de sangre que le ha costado ya más de 40 mil vidas, de las cuales son mil 226 jóvenes fallecidos (jóvenes a los que el propio sistema aventó a los brazos del crimen por la falta de oportunidades y la difusión amplia de la narco cultura que invita al dinero fácil a través del comercio de drogas), más de 10 mil niños huérfanos, 120 mil desplazados y otros 43 mil jóvenes incorporados a las filas criminales (Datos: Secretaria de la Comisión de Seguridad Pública, Teresa Incháustegui Romero, del grupo parlamentario del PRD, en el Congreso de la Unión).

Pero eso no es todo. En el combate al narcotráfico, el gobierno federal ha empujado a algunas poderosas organizaciones de sicarios a dejar de traficar droga y a buscar otros ingresos para seguir su ritmo de vida, pasando a convertirse en secuestradores, extorsionadores, roba autos, etc., incrementando así este otro tipo de delitos. De esa manera si antes yo o mi familia no consumíamos drogas y menos la traficamos, si ni yo me metía con ellos ni ellos conmigo, podíamos vivir relativamente tranquilos, ahora los secuestradores, extorsionadores y demás, si se meten con mi familia pues soy su posible víctima si gano un peso más que ellos. O sea, generalizaron la inseguridad. Dicho coloquialmente alborotaron al avispero.

ASÍ, las zonas que quedan dentro de la estrategia anti narco del gobierno, -Juárez, Monterrey, Nuevo Laredo, etc.- no sólo quedan hundidas en las matanzas entre las fuerzas federales y los cárteles que se baten para defender su negocio, sino que además se incrementan todo tipo de delitos y encima de eso, la situación de violencia e inseguridad que se genera, provoca que empresarios opten por buscar otros sitios donde vivir, hacer negocios o dónde vacacionar, eso lleva al cierre de empresas, como el caso del hotel Villa Vera en Acapulco o el retiro de eventos exitosos como el Tianguis, lo que representa mayor desempleo, mayor vulnerabilidad de las familias.

Es chistoso como el gobierno federal llega, por ejemplo a Acapulco, con sus gorilas, desata la violencia, agudiza la inseguridad, provoca que ante esa situación y la falta de garantías los negocios se vayan, el turismo se vaya, y luego acusa al gobierno local (que ninguna facultad legal tiene para combatir al crimen organizado), de descuidar su ciudad y de que las cosas están mal por los vendedores ambulantes o porque hay baches o porque no se recoge adecuadamente la basura (pese a que ha estado peor y no se habían cerrado negocios) y lo peor es que algunos seudoanalistas se la crean y lo repiten como periquitos, sin hacer el menor análisis serio.

Ya lo había advertido el asesor de la PGR Eduardo Valle, el Búho, en su libro la Narco democracia mexicana, que el gobierno federal debía pensar que al golpear al narco se destruirían también grandes regiones económicas, porque en extensas zonas ellos son el único ingreso, los que ponen las ferreterías, tortillerías, carnicerías, distribuidoras de autos, bancos y hasta invierten en obra pública.

El otro aspecto vulnerado es el moral y ético, el de la formación de nuestros niños y jóvenes pues van perdiendo su capacidad de asombro ante el reflejo de la situación en los medios de comunicación y en otras expresiones del arte y de la representación gráfica o electrónica, como novelas, telenovelas, películas de cine, y toda la superestructura del estado mexicano que se ve llena de violencia y eso va formando el espíritu infantil. ¿Ha visto usted que los niños de kínder ahora tienen que hacer simulacros de balaceras? ¿Notó que muchos de sus juegos, electrónicos y no, son de guerras y asesinatos y sobrevivencia; mientras más matan más posibilidades tienen de ganar-sobrevivir? ¿Qué será de las generaciones venideras en ese sentido?

MÁS INSEGURIDAD GENERALIZADA

Otro dato no desdeñable, es el señalamiento de que los grandes grupos de narcotraficantes al verse arrinconados se vuelven cada vez más rabiosos, peor aún cuando se sienten traicionados por los jefes policiacos y oficiales del Ejército que les habían vendido protección (¿Recuerda a los generales juzgados por narcotráfico y al propio fiscal antidrogas Mariano Herrán, encontrado parte de ese sucio negocio?) y en represalia en algunos lugares actúan contra la población inerme en general (en Nuevo León han aventado granadas a restaurantes, plazas comerciales, discotecas; en Acapulco ya incursionaron en la playa y contra una turista uruguaya).

Y el torpe aparato del estado ha respondido a las críticas con señalamientos de que quienes no estamos de acuerdo con todos estos daños, en realidad damos la razón a los delincuentes y defendemos la impunidad. Nada más falso. Nadie puede pedirle al estado mexicano que renuncie a su función primordial de combatir el crimen y la ilegalidad, pero tampoco los ciudadanos podemos renunciar a nuestro derecho a pedirle al Estado que antes que nada garantice nuestra seguridad, nuestra integridad física y no atente contra las fuentes de empleo.

Y es que otro aspecto poco analizado de esta guerra son los suicidios, pues poco se sabe si la gente al quedarse sin empleos y sin oportunidades o se suma al narcotráfico o se suicida (¿Recuerda a la madre desempleada que envenenó a sus dos hijos y se suicidó el pasado sábado 18 de junio en una colonia depauperada de Acapulco y a la jovencita escolar que se suicidó y dejó un recado póstumo a su madre señalando que ya no quería ser una carga económica, en Chilpancingo?). No digo que tenga relación directa, pero sí que alguien podría ocuparse de su análisis para ver si hay o no dependencia.

En este sentido, no puede dejar de verse que la guerra contra los narcotraficantes es una guerra para la que el propio Estado no estaba preparado, pues de todos es sabido que se hallaba infiltrado y no sólo en los mandos policiacos, militares y de procuración de justicia, sino también en los niveles políticos y que por tanto, una guerra como estrategia de consolidación política en pos de diluir la sospecha de fraude electoral, era una guerra apresurada, que causaría muchas bajas, no sólo entre aquellos a quienes se combate, sino en las propias filas del gobierno y entre la población civil, además de dejar sembrada la sospecha de complicidad con el Chapo Guzmán y de que esta guerra en realidad es contra sus enemigos.

LA AFECTACIÓN A LA DEMOCRACIA

Hoy al menos debería de ser motivo de reflexión en las altas esferas gubernamentales y de una toma de decisiones y medidas enérgicas en los otros poderes, ya que con el Ejército y la Marina en las calles, la propia democracia y la legalidad está siendo vulnerada.

Hay que ver nada más como hubo voces que pedían que no hubiera elecciones en Michoacán, bastión perredista, y cómo en ese mismo estado, se urdió la detención de decenas de presidentes municipales a quienes tuvieron que soltar por falta de pruebas, pero el daño ya estaba hecho, en tanto que también se usa de manera electoral, como en el caso de Guerrero donde se derrotó a un candidato priista filtrando información no comprobada de supuestos nexos de éste con el narcotráfico o como en el estado de México en donde se pretendió bajar la popularidad del candidato tricolor apresando al hijo del poderoso fundador del grupo Atlacomulco, el más fuerte grupo priista de esa entidad, e incluso el caso de Greg Sánchez, candidato perredista en Quintana Roo, a quien también se llevaron de corbata en esta guerra contra el crimen transformada en guerra política.

Es pues, desde mi punto de vista una guerra atropellada, mal planeada, que atropella a los mexicanos y causa mucho más daños que lo que combate. ¿Cómo se puede prever una justa electoral por la presidencia de la República en el 2012, con el Ejército y la Marina en las calles y con un partido cuyo presidente del país no ha dudado en usar expedientes confidenciales para golpear a sus contrincantes? ¿Cómo, si no como una guerra de lodo y con la balanza inclinada hacia el PAN que tiene el poder presidencial?

OTRO ASPECTO

La secretaria de la comisión de seguridad pública del Congreso de la Unión, indicó en una entrevista que de acuerdo con pronósticos, tomando en cuenta el incremento de los asesinatos, el sexenio del presidente Felipe Calderón podría terminar con más de 60 mil muertos, cifra comparable a la de una guerra civil.

Además de los asesinatos, dijo, que en este año han sucedido un sinnúmero de violaciones sexuales relacionadas con los operativos; “tan sólo por denuncias, son más de 14 mil”.

“La guerra nunca es solamente entre dos bandos. Siempre se van en medio muchos inocentes que no están en ningún lado, y eso es lo que está ocurriendo en México. La violencia se sigue extendiendo a las personas que no tienen nada que ver”, dijo la legisladora.

“Es incalculable precisar el daño por las vidas cegadas, las familias rotas, mutiladas y dolidas, es un gran saldo social el que está dejando este gobierno”, subrayó.

En entrevista, la diputada perredista indicó que las cifras las ha ido recolectando con la ayuda de organismos no gubernamentales, de derechos humanos y la sociedad civil, ya que el Gobierno federal se negó a hacer un desglose pormenorizado de las víctimas por la lucha anticrimen.

“Hace más de un año que exhortamos al Gobierno federal por medio de un punto de acuerdo en la Comisión Permanente, difundir un registro exacto de civiles muertos en ese combate, en el cual se precise edad, sexo y situación legal. Sin embargo, no respondieron, la Secretaría de Gobernación hizo mutis de este punto de acuerdo”, apuntó.

Incháustegui Romero denunció que existe una gran indiferencia del Gobierno federal hacia las víctimas, pues no se ha buscado recomponer el tejido social en la mayoría de los casos, sino sólo se atienden los casos mediáticos, como el de Ciudad Juárez, Chihuahua.

Un apunte final es la pregunta de hasta dónde la propia libertad de prensa está siendo expuesta y hasta dónde en ese maremágnum generado por esta guerra, los periodistas se vuelven más vulnerables y van siendo desaparecidos o asesinados impunemente, como el caso del periodista asesinado este lunes 20 de junio en Veracruz o el caso del periodista desaparecido en Acapulco el pasado 7 de junio, mientras surgen voces que culpan a los periodistas de la difusión de la violencia, es decir, de informar lo que ocurre, es decir, de cumplir con su deber, llegando al nivel, en opinión del sociólogo y maestro en ciencia política, Oscar Basave Hernández, de que no existe en la actualidad en realidad la libertad de expresión pues el gremio periodístico ha recurrido a la autocensura, como recurso instintivo de sobrevivencia.

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