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Análisis Recta final.   Tiempo que se acaba

por Dagoberto Márquez

 

Felipe Calderón inició su mandato el 1 de diciembre de 2006 y, en consecuencia, dejará la primera magistratura el próximo 30 de noviembre. Calderón es licenciado en Derecho y, a la postre, un político que burló al electorado para imponerse. Señalado de que, a falta de votos suficientes para asumir la Presidencia de México, su gente usó algoritmos electrónicos para deformar el conteo y alterar el sentido de la votación tras la elección de julio de hace seis años, Calderón tomó posesión de la Presidencia de la República después de jurar al cargo en un ambiente de reyerta escenificado en el Congreso donde incluso, a falta de garantías y de tersura, entró al mismo por la puerta de atrás. Así, burlando a la oposición la cual no pudo impedírselo, Calderón se hizo Presidente después de que tiempo atrás desafió al entonces titular del Ejecutivo y a su ambiciosa esposa, quienes prodigaron su cariño no en favor de Felipe sino de Santiago Creel, otro de los que aspiraron por la candidatura y, por supuesto, por la Presidencia. Al acto de toma de posesión asistió entre otros el actor y entonces gobernador de California, Arnold Schwarzenegger quien, al ver volar curules, trincheras y gritos al interior del recinto sólo atinó a decir "Órale, está buena la acción..". El acto de marras fue tomado como válido pues, como ya se dijo, no pudo ser impedido. Terminado el protocolo en el desacralizado recinto, todo mundo se fue al carajo.

 

Estimado lector, Fina lectora, lo anterior parece un chiste o un fragmento de alguna jocosa y bullanguera novela de Gabriel García Márquez pero no, no es así, no lo es en absoluto desgraciadamente. Lo señalado es realidad, nuestra realidad entre los mexicanos. Si alguna duda había al inicio del mandato de Calderón en relación a cómo evolucionaría, la realidad ha sido apabullante. Durísima porque la parte rancia de Acción Nacional y sus postulados impusieron sus ideas sin escatimar, insensiblemente, yendo a la orientación del país casi igual que como se hizo con Vicente Fox. Esto es, como si el país fuera una empresa y no una nación en desarrollo. Es más, Calderón amenazó con que habría muertos y cumplió, cabalmente. Esto se refiere a uno de sus discursos de inicio de sexenio cuando prometió combatir a las mafias, yendo contra el narcotráfico, arrojándoles al Ejército y a la PGR sin detenerse en un examen mínimo de (las) causas para optar así por las alternativas. Calderón es un hombre joven que, inducido tal vez por su equipo y sus ideas, creé que lo hecho es correcto sin darse cuenta de que, en un país con tantas desigualdades primero debe hacerse una evaluación del estado de cosas para así poder proceder correctamente. Pero no hay tiempo y las circunstancias exigen soluciones rápidas podría pensarse y, es cierto, las circunstancias exigen soluciones. Sólo que no a tontas ni a locas. Las soluciones que se requieren no pueden provenir de actos irreflexivos ni ocurrentes. Las soluciones que se requieren no pueden provenir sino de actos reflexivos donde la buena fe y la viabilidad sean la premisa. De actos colegiados donde se ayude al Presidente y no de aquellos donde el Presidente impone sus criterios a rajatabla. El saldo de tan dura prueba puede verse en indicadores diversos donde sobresale el flujo económico constante y voluminoso fugado al extranjero, la pertinaz y equívoca idea de la sobreexplotación petrolera, los tumbos en relación a nuestra economía, el desafío y la persecución a sindicatos, el pobre resultado en materia de empleo, la pérdida del poder adquisitivo, las erróneas y nada sutiles decisiones en relación con la intromisión del Estado en la vida de partidos políticos y otras organizaciones, la enorme mortandad producto de la "guerra al crimen organizado", etcétera. Afortunadamente el sexenio de que hablamos iniciará pronto su recta final y tal cosa inicia en junio, cuando arranque el último tramo, esto es, el paso de los seis últimos meses de este período de verdadera pesadilla.

 

Pero no todo ha estado tan mal podría usted pensar y podría ser que esté usted en lo cierto. Alguien tenía que hacerle frente al narcotráfico determinantemente y en eso estoy de acuerdo. Sí señor, estoy de acuerdo y lo he dicho, personalmente. El problema es que, obnubilados por una idea simplista como errónea, el ataque frontal sin antes una revisión al problema ha ocasionado un luto enorme que, lejos de ser reivindicativo de nada, es motivo de dolor, de sufrimiento en buena parte de la sociedad y tal cosa es cuestionable, mucho. Felipe Calderón ha sido denunciado en un tribunal de talla internacional por crímenes de lesa humanidad por lo antes dicho y podría ser que no ocurra nada pero el tiempo dirá la última palabra. Hoy en día los gobernantes no están exentos de sanción ni de castigo y nadie sabe lo que ocurrirá en un futuro. El dolor y la indignación son motivos de reacciones y Calderón tendrá que cuidarse so pena de que sus víctimas se alcen y lo asedien y él lo sabe. Por eso su nerviosismo, su difícil forma de entender y sus ambiguas explicaciones cuando se le ha preguntado en términos de cómo va ser su vida posteriormente.

 

La recta final de un período cifrado en 6 años se estima como el último diez por ciento del término. Es decir, los últimos 6 meses del período si hay que ser esquemáticos. Así, visto como un plazo que no puede incumplirse constitucionalmente, el aproximado 10 por ciento de que hablamos inicia el 1 de junio próximo. Más o menos. En el ínter, pasada ya la elección del próximo primer domingo de julio, habrá Presidente electo. Esto es, nuevo titular para el Ejecutivo el cual tomará posesión el 1 de diciembre. El último tramo por su parte es insuficiente para resarcir o enmendar nada y, en consecuencia, todo lo realizado, bueno o malo, quedará para ser examinado por gente nueva, por un nuevo equipo de trabajo. Por un próximo Presidente el cual provendrá no de Acción Nacional seguramente sino del PRI o de la Izquierda aunque haya escépticos que, arrogantes como se observa comúnmente, piensen en la posibilidad del refrendo. En esa tesitura todo quedará como hasta ahora pero los cambios vendrán, inexorablemente y sin que importe que, como se haya hecho, las reservas económicas de México hayan alcanzado su nivel más alto de toda su historia. Dichas reservas habrán de utilizarse pues resulta imposible conservarlas como adorno o para efectos sólo crediticios. Si estas son reales y no un truco, deben aplicarse en los renglones aquellos donde indique la sabiduría, el buen juicio. Donde alivien incluso la maltrecha situación a que todo esto nos ha llevado. Cuidarlas al extremo de sólo usarlas para apantallar a los organismos financieros sería un error, uno de ortodoxia que no cabe en el desarrollo de naciones como la nuestra en pleno siglo XXI.

 

Estimado lector, Fina lectora, la burra no era arisca.

 La hicieron, a palos.

 

Es todo.

 
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