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"Alguien le dijo alguna vez que los chaneques se pueden llevar el aliento..." LA CHICA RALEIG





La chica Raleigh (Camino a la montaña)
JULIO ZENON FLORES SALGADO
(Fragmento)

…, con la oscuridad más intensa que se formaba en los instantes largos, previos al orto, surgido de ese negro viscoso de la agonía nocturna, o del último hálito de sus sueños, no sabía bien de dónde, pero abría los ojos ahogando un grito, al verlo parado junto a ella, como velando su descanso o aspirando su aliento –alguien le dijo alguna vez que los chaneques se pueden llevar el aliento de los humanos, como los muertos se alimentan de ellos cuando vienen cada día de los fieles difuntos, pero en ese caso sólo toman el aliento de la comida, del café, del arroz con leche, del mole rojo o de la fruta que le ponen los deudos en el altar rodeado de pétalos de cempasúchil–, quizá poseyéndola en su olor, desde los pies hasta el último de sus cabellos.
Lo único claro es que ahí estaba cada madrugada, con sus ojos de botella de mar, su risita cristalina y su hablar entre susurros. Ya no se conformaba con dejar la flor, o las flores, o las olorosas yerbas del campo, que le llevaba. Ahora se quedaba a mirarla, a observarla, alerta al movimiento de su pecho mientras dormía y al momento en que la sístole y la diástole cambiaban su ritmo y rebasaban el medio segundo, en que los ventrículos se llenan y se vacían, advirtiendo el instante justo del despertar, del abrir de esos ojitos negros, que de la ensoñación pasaban rápidamente al azoro.
En ese instante, ni un segundo antes, ni uno después, él se ponía un dedo atravesado en los labios, pidiéndole con los ojos que no gritara, mientras con la otra mano entregaba el obsequio matinal.
Quiero que seas mi mujer, antes que crezcas, que te vengas conmigo, que compartas conmigo mi eternidad, le dijo desde la primera vez que la empezó a asediar. Se lo dijo al oído tan quedamente, que ella creyó que era su imaginación, pero ya estaba una corriente eléctrica zumbando, como relámpago de agosto, por sus arterias, desde su oreja hasta sus uñas y de regreso. Es mi imaginación, se dijo y medio incorporándose sobre sí misma volteó a verlo con cara de extrañeza y le preguntó:
–¿Qué dices?
Él se espantó con la pregunta, que consideró el primer rechazo, y salió huyendo del bajareque. En el piso de tierra quedó la huella que le indicaba a Marisol que sí, que él había estado ahí, que no se lo imaginó, que era tan real como su dolor de pecho o su miedo a los alacranes.
Pero así fue el primer día. Al segundo, ya no salió huyendo instantáneamente. Esa vez dio un paso hacia atrás y se quedó viéndola, como en espera de un ¡no te vayas!, o de un gesto de asentimiento, que nunca llegaron, y luego de esos instantes, volvió a escapar, por la puerta destartalada de madera.
El tercer día, el rubio aguantó a pie firme junto a la cama la mirada de extrañeza de ella hasta el momento en que vio que sus labios se empezaban a despegar entre sí, dejando ver un pequeño hilo de saliva. Pero, sin la fuerza de voluntad para soportar un grito de miedo o de alerta, o de cólera, salió de la choza, si bien un poco más lento que las veces anteriores.
Fue en la cuarta visita –el día cuatro, pues cada visita era en un día distinto, pero consecutivo– cuando ya no se fue sino hasta que ella completó su despertar, y la frase “¿qué dijiste?” fue pronunciada en tono bajo, plano, sin la alteración del miedo o el sonsonete de la rabia. ¿Qué dijiste?, repitió ella en voz muy baja, ante el silencio del rubio que, en vez de hablar, llevó su mano izquierda a la bolsa trasera de su pantalón y de ella extrajo otra flor que llevaba preparada para la ocasión. Ella no la recibió, sólo volvió a preguntar ¿qué dijiste? Y él puso la segunda flor en el piso y salió, con menos prisa que otras veces, para perderse en la ya casi desaparecida oscuridad.
Luego vendrían otras madrugadas, hasta que se acostumbró a que al despertar él era lo primero que veía, y no pudo evitar comenzar a pensar en él durante el resto del día. Guardaba las flores en un pequeño baúl de madera decorado con vivos colores y laqueado, pero ya muy apolillado. Hasta que él repitió con más convicción:
–Quiero que seas mi mujer, antes que crezcas; que te vengas conmigo, que compartas conmigo mi eternidad.

Ella dejó de temerle, pero ahora se temía a sí misma, a lo que podría responder si abría los labios, al aumento evidente de la velocidad de su latir, corazón adentro, a su extrañarle en el mediodía, en la tarde y en las noches, cada vez más largas, cada vez más inhóspitas, cada vez más desesperantes, mientras ansiaba con toda su alma que pasara la oscuridad. Bueno, no toda la oscuridad; más bien, a esperar a que llegara a ese instante mágico, de negra noche a punto de convertirse en alba.



El ´presente es un fragmento de la primera novela que escribe el autor, de lo que pretende ser una serie de al menos tres libros, que parte de describir una relación que se establece entre un hombre maduro de formación marxista, visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Guerrero, y una jovencísima prostituta, de origen indígena, que pasa por retratar la vida de ambos, uno en una ciudad donde lucha por sus derechos, hasta simpatizar y ayudar a los movimientos armados insurgentes y la otra en una comunidad indígena de la sierra de Ayutla, donde ser mujer e indígena es como un castigo divino y la relación de ésta con un duende, regionalmente llamados “chaneques”.
La escritura de la novela se realizó en el 2013, con respaldo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero (PECDAG) y está en proceso de impresión con apoyo de la Universidad Autónoma de Guerrero, además de que ha sido colocada en Amazon, sistema de comercio electrónico, donde podrá ser adquirida ya sea en formato de e-book o en papel. se envía a domicilio desde uno hasta cinco ejemplares. GRACIAS POR ADQUIRIRLA.

SE PUEDE ADQUIRIR ENTRANDO A LA SIGUIENTE DIRECCION:

https://www.createspace.com/4634509

  trasfondoinf@hotmail.com

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2 Comentarios

  1. Felicidades a Julio Zenón Flores Salgado, por la publicación de su obra, bajo el sello editorial "Libros del Sol". Recibe un fuerte abrazo. Te auguramos el primero de muchos éxitos como novelista.

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  2. Gracias Enrique, haremos lo mejor que esté a nuestro alcance para lograr un buen impacto en los lectores.

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