TRASFONDO
JULIO
ZENON FLORES
Esta
temporada turística de Semana Santa, como cada año, Acapulco se está volviendo
a llenar, gracias a la fidelidad de aquellos a quienes despectivamente llamamos
“chilangos” y a los que más de un acapulqueño culpa, erróneamente, de venir a
dejar su basura y a contaminar nuestras playas.
De hecho
en el mercado turístico mundial existe una frase hecha, que hasta llegó a ser
el título de una película, de la peor época del cine mexicano: Semana Santa en
Acapulco. El puerto es un ícono para los distritofederalenses y esta vez, como
otros años, subieron a sus autos, algunos nuevos, pero la mayoría
destartalados, a toda la familia, incluyendo el clásico perico, y se enfilaron
por la Autopista del Sol, aprovechando los descuentos del 50 por ciento en el
peaje de las casetas. Otros menos favorecidos por la suerte pagaron su boleto
en las líneas de autobús y atiborraron las terminales con sus maletas, anafres
y flotadores.
Este es
el turismo fiel a Acapulco, gracias al cual su prestigio de balneario del
Pacífico se mantiene, aunque el otro tipo de turismo, el de mayores ingresos,
el que llegaba por avión, en vuelos comerciales y privados, el que llegaba en
los cruceros desde USA o desde Panamá, ese se ha mostrado volátil, como
volátiles son su capitales, que mueven a cualquier parte del mundo, descalabrando
las economías en cuanto observan algún signo de incertidumbre. Éste último, es
el turismo infiel, se ha ido y apenas unos cuantos llegaron a la zona Diamante,
de donde prácticamente no salen.
Y es que
estas cosas suceden porque nuestras autoridades no han sabido o no han querido
mantener un destino turístico de primer nivel.
Apenas
ahora, tuvo que llegar la autoridad federal, para despejar áreas no concesionadas
en los accesos de playa, porque los locales se han hecho de la vista gorda,
ante un sin número de irregularidades.
Pero los
servicios de pésima calidad están haciendo o hicieron ya de la Costera, un
sitio de arrabal. Con hoteles viejos, locales en ruinas y vandalizados,
banquetas destruidas, fugas de agua potable y de drenaje, basura sin recoger y,
un comercio venido a menos, conformado en su mayor parte por fondas, taquerías,
miniprostíbulos y tiendas de conveniencia.
Las
áreas como Desarrollo Económico, Turismo, Servicios Públicos Municipales, entre
otras, parecen muertas, paralizadas, sin brújula, mirando cómo se muere el
destino o cómo se resigna a vivir del turismo de escasísimos ingresos, que
vienen, dan vida a Acapulco y se van, pero no dejan suficientes ganancias para
que el sector se fortalezca.
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