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Acapulco, en los ultimos 5 lugares para crear empleos

XAVIER CARRETO A.

Luchemos por el Acapulco que tuvimos

En recuerdo de un excelente maestro tixtleco: don Laurencio Campos García.
Hace tres domingos, en este mismo espacio de La Jornada Guerrero comentábamos sobre el Índice de Desempeño Municipal (IDM), un documento de 40 páginas elaborado por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (Ceesp), en el cual se da conocer el punto de vista de los empresarios acerca de las oportunidades para hacer negocios en los 50 municipios más importantes del país. El resultado para Acapulco es francamente preocupante porque nos coloca en los últimos cinco lugares para la creación de empleo por el deficiente desempeño de la burocracia municipal; además de los sobornos solicitados por los trámites a efectuar y, por si esto no fuera suficiente, habría que agregar las extorsiones de la delincuencia organizada. Esta situación favorece la corrupción y la economía informal en la cual estamos inmersos.
Hoy comentaremos con los lectores de este cotidiano otro documento reciente: el Índice de Competitividad Urbana (ICU) 2014, éste hecho por el Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco), un amplio estudio de 278 páginas, para dar a conocer la competitividad urbana en 78 de las principales ciudades y zonas metropolitanas mexicanas, agrupadas en seis niveles de competitividad, desde la alta, en la cual se ubica a la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), sin llegar a ser de clase mundial como París, Nueva York, Londres o Tokio, entre otras; donde Acapulco se coloca en el nivel más bajo. El trabajo del Imco destaca que en la ZMVM se concentra el talento, la inversión y la riqueza del país.
La introducción del ICU 2014 empieza así: “Acuérdate de Acapulco. Acuérdate o que te cuenten tus mayores, porque difícilmente lo verás de primera mano. Hoy Acapulco ya no es sinónimo del glamour y el jet set de María Félix y Agustín Lara, de medio Hollywood paseando por la Costera. Ese Acapulco se murió. O más bien lo matamos. La muerte fue lenta, a golpe de pequeñas decisiones y negligencias cotidianas. Un permiso ilegal de construcción aquí, la tolerancia de una invasión de tierras allá. Hoy un edificio de 20 pisos sobre la playa, mañana una corruptela en la construcción del drenaje. Pequeños atentados contra el territorio, contra la vista, el sentido común, contra el espacio público y el medio ambiente. Nada muy grande en lo individual pero con efectos acumulados gigantescos”.
Otros datos que contiene la introducción y que vale la pena citar es el incremento de la población en el puerto, la cual se duplicó en 30 años; entre 1980 y 2010, pasó de 410 mil a 860 mil habitantes, si bien el Censo de Población de este último año nos indica un poco menos de 800 mil. Asimismo, la mancha urbana creció 10 veces, lo que propició que se invadieran los cerros que circundan la bahía, más allá de la llamada línea isobárica, la cual establece el límite para la prestación de los servicios públicos que legalmente está obligado a prestar el gobierno municipal. También tenemos que lamentar la invasión de los cauces naturales de los ríos, situación que ha generado tragedias como el huracán Pauline, en octubre de 1997, que causó la muerte a cientos de acapulqueños.
Después de los estragos del Pauline se contó con un atlas de riesgo para evitar que se repitieran nuevos daños, pero hace un año los fenómenos meteorológicos Ingrid y Manuel nos volvieron a lastimar, pues en donde el atlas de riesgo señalaba inminente peligro se construyeron más unidades habitacionales. En esta reciente tragedia hay varios responsables: autoridades municipales que otorgaron los permisos de uso de suelo; funcionarios estatales que no hicieron respetar el mapa de riesgos; los servidores públicos del nivel federal encargados de los estudios de impacto ambiental y de autorizar los créditos hipotecarios para la adquisición de estas viviendas.
La falta de coordinación y colaboración entre las autoridades de los tres ámbitos de gobierno es evidente, por ello habría que preguntarles quién decide en nuestro país la planeación de nuestra ciudad, la cual muestra cada vez más deterioro, entre lo más evidente en estos días es la anarquía vial por varios rumbos, ocasionada por la incivilidad de los conductores del transporte público que no respetan ni a la autora de sus días, agudizada por la ausencia absoluta del gobierno municipal y el comportamiento igualmente criticable de quienes formamos el segmento de automovilistas particulares. A esta indeseable situación vial se suma la mala planeación de la obra pública que se realiza en estos días.
Ante este triste panorama de vivir en una ciudad anárquica, donde la competitividad urbana nos coloca al final de la fila, el desempeño municipal es deplorable, la inseguridad forma parte esencial de nuestra vida cotidiana y el deterioro parece no detenerse, habrá que empezar a actuar en lo individual y en lo social luchando por el Acapulco que tuvimos.

FUENTE: La Jornada Guerrero. n
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