TRASFONDO
Julio Zenón Flores
La presentación simultánea de los candidatos del PRD, PRI y
MC, ocurrida este domingo y las precandidaturas anunciadas días antes en el PH,
Morena y el PAN, nos presenta el escenario de arranque que se tendrá una vez
cerrados los registros oficiales ante el Instituto Electoral de Participación
Ciudadana (IEPC, una especie de INE local), en la que se aprecian cinco
candidaturas.
El PRD va con la ex secretaria de Desarrollo Social del
estado, Beatriz Mojica Morga, quien además de ser la preferida de los
dirigentes nacionales, fue capaz de posicionarse en poco tiempo para ganar casi
todas las encuestas que la midieron ante sus compañeros de partido que
aspiraban a la misma posición.
El PRI oficializó la candidatura del diputado local Héctor
Astudillo Flores, quien aunque nunca pudo superar en las encuestas al diputado
federal Manuel Añorve Baños, recibió la estafeta ante la falta de acuerdos
internos para que el candidato fuera de otras corrientes, entre Añorve y Mario
Moreno, que estaban mejor posicionados que él y que sin embargo, ha mostrado
músculo y en la última encuesta, ya sin la sombra de sus correligionarios, pudo
colocarse a la punta.
En MC se registró el alcalde Luis Walton Aburto, tras una
farsa de elección interna en la que su partido no hizo ni un solo boletín de
las actividades, si es que las hizo, de su competidor interno Gilberto Cueva,
su empleado en Catastro.
Morena, por su parte, lleva a una persona, Pablo Amilcar
Sandoval, desconocido por completo. Apenas se sabe que es hijo de un viejo
militante del desaparecido Partido Comunista Mexicano.
En el PH se “destapó” a un aspirante perredista que hace
poco renunció a su partido, el ex procurador y ex secretario del Trabajo de Ángel
Aguirre, Alberto López Rosas, cuyo prestigio está realmente decaído.
En el PAN no parece haber más que un ex locutor deportivo de
nombre Jorge Camacho Peñaloza, actual diputado local, prácticamente
desconocido.
En este panorama, todo indica que la contienda real se dará,
como se había anticipado, entre el candidato del PRI y los apoyos que pueda
sumar, del PVEM y del Panal, contra la del PRD, y el PT que ya traen una
alianza nacional y que esperan que el MC les pague la factura del apoyo que le
dieron en la elección anterior para hacer alcalde de Acapulco a su dirigente
nacional, pese a su escasa presencia.
El PRI tuvo un acto espectacular en Acapulco con unas 12 mil
personas reunidas en un centro de eventos, mientras el PRD hizo su evento en un
hotel casi a escondidas. Eso hizo que los tricolores echaran las campanas al
vuelo y que muchas plumas empezaran a decir que el resultado está cantado: el
PRI regresa indefectiblemente al gobierno del estado luego de este proceso
electoral.
El triunfalismo es mal consejero, al igual que el pesimismo.
El PRI no tiene ningún triunfo seguro, en primer lugar porque no está unido, en
segundo lugar porque el candidato carece de la estimación del principal
inquilino de Los Pinos y no tiene dinero suficiente para hacer la campaña a la
que los priistas están acostumbrados, que costará unos 600 millones de pesos.
En el PRI la operación cicatriz no es fácil; los odios son profundos y los
intereses atropellados demasiados.
El PRD por su parte aunque hoy está con la espalda en la
lona, el conteo de protección ni siquiera ha comenzado. Aunque tampoco está
unido, es previsible que Nueva Izquierda haga una operación cicatriz, y mucho
le ayudará la frescura de su candidata.
Héctor Astudillo está casi pegado a su umbral máximo de
crecimiento, como persona, Beatriz Mojica, tiene todo por crecer. Es previsible
que en un mes y medio los cartones se nivelen, aunque hoy, según la encuesta
levantada por Labop, la diferencia no es tan profunda…y faltan las declinaciones.
Estas vendrán cuando, por ejemplo, López Rosas vea que no crece, Walton vea que
empieza a decrecer, pues si ha crecido un poco era por la falta de candidato en
el PRD y vea de frente el riesgo de perder el registro.
Las campañas aún están por venir y he visto a candidatos muy
populares que han ido hasta 20 puntos arriba terminar perdiendo la elección.
Quizás nadie deba dormirse en sus laureles, quizás todo esté en el aire.
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