TRASFONDO
Por JULIO ZENON FLORES
La pregunta que hoy levanta ámpula en los medios
políticos de Guerrero es si el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero
(antes UAG, ahora UAGro), Javier Saldaña Almazán va o no va como candidato a
gobernador.
En el PRI le temen tanto Cuauhtémoc Salgado,
como Mario Moreno, por un lado porque los puede desplazar. Intuyen que ese
personaje nacido de la sociedad civil, sin cola que le pisen, podría ser
candidato ciudadano y quitarles la victoria que creen en la bolsa; en cambio
Manuel Añorve, Héctor Astudillo y René Juárez, creen que sería un excelente
candidato del tricolor, con solo librar el escollo de los estatutos, que
indican que para ser candidato se debe estar afiliado y haber tenido algún
cargo de representación popular.
Librar ese escollo no es difícil, sólo bastaría
que Saldaña se hiciera candidato por un partido pequeño como el PVEM, el PANAL
o hasta por Sinergia y luego hacer una alianza, frente o coalición, cosa de
buscar la figura, y pasaría a ser candidato del PRI.
Ese es el mensaje que se mandó el domingo con un
auditorio del Foro Mundo Imperial, lleno, en un 90 por ciento por priistas, y
la presencia testimonial de la izquierda.
El PRD, en cambio, lo ve con preocupación, pues sabe
cómo se las gastan sus tribus antropófagas. No puede ser candidato por ese
partido, pues el resto de los aspirantes le pondría un dique y lo haría perder,
pero, si va por otro partido, les podría ganar o si no, al menos hacerlos
perder, que no es lo mismo, pero es igual.
Desde los medios de prensa, que ambiciosamente
comienzan a alinearse desde ahora con el que creen podría ser el vencedor, para
seguir gozando del presupuesto gubernamental y ya lo lapidan, con eufemismos y
pontificaciones.
Javier Saldaña, sin embargo, se ha colocado por
encima de la pelea y ha dicho contundentemente el pasado domingo, al finalizar
su discurso, algo que no fue escuchado por una prensa que no sabe escuchar. Que
no va a ser candidato, que ha puesto atención a los universitarios y que éstos
le piden que no deje el rectorado, del que aún le quedan tres años, que no tire
por la borda el prestigio que ha sabido levantar, de una universidad que estaba
por los suelos en credibilidad y que hoy se ubica en el noveno lugar de las casas
de estudios del país. No va, dijo, pero, desde luego, siempre hay gente que ese
no va lo leerá al revés, porque esos son los paradigmas de la clase política.
El no significa si, y el si significa quemarse, por lo cual, aún hoy, aunque él
haya dicho que no, muchos se preguntan si Saldaña va o no va.
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