TRASFONDO
Por Julio
Zenón Flores
El asesinato
de seis personas, más la desaparición de 43 normalistas ocurrido en Iguala el
pasado 26 de septiembre ha puesto en crisis a toda la clase política mexicana.
Se equivocan quienes circunscriben sus efectos adversos solo al PRD o sólo al
estado de Guerrero.
También se
equivocan quienes lo ven como un fenómeno aislado. Toda la información que ha
circulado en torno a ese ataque a los estudiantes en Iguala, apunta hacia un
crimen de estado, lo cual ya ha sido presentado ante el tribunal de la Haya, en
Europa, que juzga crímenes de Guerrero.
El reportaje
divulgado ayer por Sinemabrgo.com, acerca de que todas las instancias de
gobierno estuvieron ahí, desde la policía municipal, la policía estatal y
ministerial, ministerios públicos estatales y federales, así como soldados del Ejército,
demuestra la clara subordinación de al menos una parte del estado mexicano al
crimen organizado, que ha parecido, finalmente, en este criminal acto de
barbarie, como simple operador de un alcalde que pudo controlar a todos para
que no brindaran ayuda a los normalistas bajo ataque.
Si es el
estado, y si a eso agregamos lo que se ha ido ventilando en otros municipios
bajo asedio, como San Miguel Totolapna y toda la zona de Tierra Caliente, en
Guerrero, así como en estados como Michoacán, la presunta relación de siete
diputados locales con el cartel Guerreros Unidos y otros actos criminales como
el de Tlatlaya, donde se documenta una ejecución de delincuentes perpetrada por
soldados mexicanos, nos arroja un estado pleno de podredumbre, que necesita ser
renovado.
De repente la
parte más energética, de la sociedad, menos proclive al control sistémico, la
juventud, junto a sectores de campesinos desesperados por la delincuencia y
organizados en autodefensas, han encabezado un movimiento que está en proceso
de permear a toda la sociedad, que permita abrir los ojos y darse cuenta que en
ello están inmiscuidos todos los partidos políticos, no solo uno.
La forma en
que estudiantes de la maestría en Derecho expulsaron ayer a Jesús Zambrano, ex
líder nacional del PRD, entre gritos de ¡asesino!, indica que particularmente
los jóvenes tienen claro que no es solo Iguala, ni Ángel Aguirre, que es el
partido y sus métodos para seleccionar candidatos por la sola ambición de ganar
elecciones, sin importar de donde vengan ni que haya hecho antes o qué haga
después.
Pero eso no es
privativo del PRD, ¿acaso no Manuel Bartlet, responsable de la caída del
sistema en 1988 es ahora compañero de lucha de la izquierda, que lo hizo
senador? ¿Acaso no varios salinistas son ahora líderes del Morena? Y acaso en
el PRI no se han descubierto nexos, como el gobernador de Michoacán ahora
preso?.
La clase
política mexicana está pasando una dura prueba, las cosas en realidad no han
crecido tanto que no puedan ser sometidas a control, aún, pero harán falta
medidas profundas del estado mexicano, donde el propio presidente Enrique Peña
y los actuales líderes partidistas, tendrán que participar, para remendar este
sistema podrido de cosas… antes de que ellos mismos caigan bajo la condena
popular….y ahí vienen las elecciones del 2015 para el pago de facturas.
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