TRASFONDO
Por Julio
Zenón Flores
La designación de Héctor
Astudillo Flores como pre candidato de unidad del PRI a la gubernatura del estado
de Guerrero no fue nada fácil. El proceso tuvo que correr por diversos
vericuetos y, paradójicamente, quien la consiguió fue René Juárez Cisneros, con
su amenaza de postular a un candidato externo, en la figura del rector de la
UAGro, Javier Saldaña Almazán.
La amenaza hizo que se
apresuraran las conversaciones entre ellos y que algunos bajaran el precio de
su amor, para llegar a un buen arreglo. Héctor Astudillo sabe, sin embargo, que
no va a ir de día de campo. Va a ir cuesta arriba. Y desde la oposición ya lo
analizan, tanto el aspirante de MC, Luis Walton Aburto, que aun sueña con encabezar una alianza que derrote nuevamente al tricolor, como el que surja del
PRD, partido que, por otra parte, no ha podido aún salir de ese difícil trance
de tener un candidato propio, haciendo honor al ancestral canibalismo de la
izquierda.
Y hablando del PRD, si las cosas
estaban complicadas con la abierta confrontación entre las tribus locales
controladas o cooptadas por el millonario ex gobernador de la entidad, Ángel
Aguirre Rivero y la dirigencia nacional, empeñaba en marcar distancia de lo que
ha sido el peor gobierno de las izquierdas, no sólo por la corrupción rampante
que fue muchas veces denunciada y hasta ahora no investigada, sino además por
la masacre perpetrado en Iguala, el 26 de septiembre de 2013 y la desaparición
forzada de 43 estudiantes que ahora el gobierno federal asegura que están
muertos, hace que todo se ponga peor.
El precedente que el PRD no
puede soslayar para elegir a sus candidatos en esta nueva coyuntura es el tipo
de gobierno que eligió en la elección anterior, el mecanismo que usó y sus
resultados finales que le han costado una caída estrepitosa en las preferencias
ciudadanas y la agudización de un conflicto interno que amenaza con partirlo en
dos. En resumen la debacle del sol azteca hoy viene de un candidato externo que no fue sujeto a ningún
control de confianza, que luego usó su poder desde el gobierno estatal para
imponer candidatos a diversos cargos de representación popular, entre ellos la
alcaldía de Iguala, cuya relación con el crimen organizado terminó con la
masacre y la desaparición de estudiantes, sin justicia aún.
O sea, lo que ahora tiene que
evitar el PRD es nombrar candidatos sin control de confianza, para lo cual ya
creó un protocolo de ética y legalidad, luego tratar de que los aspirantes sean
lo más lejanos posible a todo lo que huela a crimen organizado y en especial al
nombre de José Luis Abarca y familia, que ronda como fantasma al grupo de
Aguirre, luego entonces, lo que debería evitar es poner a familiares de Aguirre
o gente que estuvo relacionada de alguna manera con Abarca.
Eso de entrada dejó en el camino
a Sebastián de la Rosa, señalado de proteger a Abarca en su huída de Guerrero,
después de los hechos; dejaría fuera, al menos teóricamente, al hijo, esposa,
primos incómodos y hermanos del ex gobernador y finalmente, si uno de los leales
aguirristas la parecía estar librando, un inoportuno reportaje de El Universal
vino a señalar una relación de amistad, al grado de invitarlo
a la fiesta de 15 años de su hija Xochil. No hay duda, eso dejaría fuera a Sofío
Ramírez Hernández.
Así las cosas, al PRD le quedan
en la chistera sólo Víctor Aguirre Alcaide y Beatriz Mojica, para no tener que
recurrir a un externo, que por lo demás, si se tratara del alcalde Luis Walton
de MC, sería un candidato sumamente débil pues tiene un gran negativo en
Acapulco, donde dejó al garete toda actividad de gobierno, sin considerar su
perfil de empresario antidemocrático y faltó de capacidad para la gobernanza.
¿Víctor o Beatriz? Esa parece ser
la incógnita ahora en el PRD y que le cambió el ánimo a la alicaída ex
secretaria de Desarrollo Social del estado, que apenas el lunes estaba en el
piso, ante la plancha que construían sus oponentes en torno al senador Sofío Ramírez.
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